lunes, 29 de junio de 2009

La desgracia americana.


El pestilente populismo reinante en lo largo y ancho del continente americano, desde Argentina, pasando por Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Venezuela y llegando hasta Nicaragua, quien es acompañado en Centroamérica por el hoy depuesto monigote hondureño, seguidos de Guatemala y República Dominicana.

Quiero ser enfático y contundente en lo que voy a decir. Efectivamente como lo he mencionado anteriormente, hubo un golpe de estado en Honduras. Un golpe de los militares en contra del poder civil. El Presidente, sufrió un violento asalta a su domicilio, resultando capturado y posteriormente expulsado por la fuerza del país. En ese hecho radica el principal problema que hoy enfrenta el nuevo gobierno hondureño.

Como leía en el título de otro artículo, el golpe se pudo haber evitado y de esta manera dejar sin excusas al ex Presidente Zelaya. Existen otros mecanismos democráticos que pudieron ponerse en marcha, como la destitución que realizará el Congreso en su contra, que llegó tarde, pues ya se había consumado el error fatal.

Ahora bien, efectivamente hubo un golpe, pero vuelvo a insistir, debemos analizar objetivamente la naturaleza del mismo. No se trato de un golpe de estado como el que dio el “padre de la democracia venezolana” en 1945 contra el General Medina, ni mucho menos como el posterior golpe militar de 1948 en contra de nuestro insigne Rómulo Gallegos. En la república centroamericana, los militares restituyeron por la fuerza la legalidad y el respeto a las instituciones democráticas, sin pedir a cambio, la designación de un militar para ocupar la más alta magistratura.

Después del golpe, se siguieron los procedimientos establecidos en la Constitución, se juramentó al Presidente del Congreso como sucesor de “Mel”. Por su parte el Tribunal Supremo de manera inmediata convocó a elecciones para el próximo 29 de noviembre, dictamen que de manera inmediata la Corte Electoral acató. La participación de los militares fue puntual y muy específica, después del mismo se han limitado a resguardar las instalaciones de Gobierno.

Debemos dejar en claro esta situación, esto no es un cuartelazo tradicional como los que estamos acostumbrados a ver, en donde gorilas como Hugo Chávez, atentaron contra gobiernos democráticos, done atentaron contra el poder civil y las instituciones, aprovechándose del descontento social existente por las malas gestiones.

Gorilas como Aristide en Haití, como Mugabe en Zimbabue, como Al Bashir en Sudán, como Fidel en Cuba, como Ahmadinejad en Irán. A estos personajes no se les critica con la vehemencia con quien hoy condenan a los militares hondureños, no se les critica, porque son de su bando.

Allí caemos en lo golpes buenos y golpes malos, cuando amigos del Presidente Chávez han arremetido contra el orden constitucional, no ha existido problema, tenemos el caso de la desestabilización que ocasiono Evo Morales y termino dando al trasto con el gobierno de Sánchez de Losada, otro ejemplo, el apoyo del Presidente Chávez al golpista Ollanta Humala en Perú, al guerrillero y fósil de la Guerra Fría Daniel Ortega.

Aquí vemos la falsa moral, la hipocresía y desfachatez de un tirano populista y su combo de títeres, que por petrodólares, venden sus principios, traicionan sus ideales y llevan a sus naciones al atraso, al retroceso y condenándolas eternamente al fracaso.

El parasitismo de estos gobiernos, que complacen al Presidente Chávez en todo cuanto este pida, es indignante, como se arrodillan y sucumben ante el nuevo imperio petrolero sudamericano, como decía hoy muy acertadamente un dirigente juvenil de AD, Chávez se ha convertido en el Bush de América Latina, ese personaje nefasto que gobernó a los Estados Unidos y a quien tanto crítico anteriormente.

Por todo lo anterior, me encuentro contrariado. Como es posible que gobernantes como Chávez, Correa, Morales, Ortega, Colom Y Zelaya, puedan venir hoy con su cara muy lavada, a hablarnos de democracia, de estado de derecho, de garantías constitucionales, de libertad de expresión, de derechos humanos, con que moral, por Dios, estos ineptos, vienen a denunciar ante el mundo estos atropellos, cuando desde sus propios gobiernos atentas contra los derechos humanos, contra la propiedad privada, contra la libertad de expresión, contra los derechos económicos, sociales, políticos y hasta culturales de sus ciudadanos, cuando hostigan a la prensa independiente, cuando cierran medios de comunicación, cuando atacan y arrinconan a sus opositores, cuando destruyen el aparataje institucional de la democracia, cuando venden sus conciencias por dinero y traicionan a su pueblo. Con que moral quienes violan la Constitución piden hoy que sean respetadas.

Indignos mandatarios de un continente destinado al fracaso mientras no salgamos de estos dinosaurios paternalistas que condenan a sus ciudadanos al parasitismo y fomentan la apatía. Gobiernos nefastos, que con un verbo romántico engatusas a sus seguidores y los llevan directo al precipicio, para que una vez caigan deban suplicar e implorar al mandril de turno las sobras que este desee darles. Gobernantes que castran al continente, gobernantes que castran las instituciones, gobernantes que castran a sus sociedades, gobernantes que castran a las instituciones.

Instituciones que sucumben a las presiones y que si es verdad antes funcionaban bajo la tutela, muchas veces de los Estados Unidos, pero que hoy hacen lo mismo pero bajo la tutela de los bananeros sudamericanos encabezados por Hugo Chávez. Lo mismo de antes pero con diferentes protagonistas.

El caso de la OEA, con un insulso Secretario General, que no tiene la dignidad ni la convicción suficiente para llevar tan importante cargo, un personaje que se deja dar órdenes de un Presidente, que se deja regañar en público y que responde parca y sumisamente a los señalamientos en su contra. Hoy más que nunca la OEA necesita de una refundación de sus principios fundamentales, a fin de garantizar su objetividad e imparcialidad como árbitro real de juego interamericano.

No vemos a la OEA, rechazando contundentemente los atropellos a las democracias sudamericanas por los populistas de turno, no vimos a la OEA rechazar y denunciar la conducta antidemocrática del hoy depuesto Presidente hondureño. No vemos a la OEA exigir vehementemente el respeto a la libertad de expresión, a gobernantes como Chávez, Correa y Morales.

La vemos responder como niño regañado cuando es increpada y puesta contra la pared por los descarados populistas sudamericanos y centroamericanos. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que una organización que debería velar porque se garantice el respeto entre los estados y la no intervención, ni injerencia en los asuntos internos de sus miembros? Participe en una reunión y permita que se conspire contra una nación, que se organice una rebelión, que se incite a la violencia y al enfrentamiento, que se llame a la confrontación, que por cualquier medio se presione a fin de “quebrar” en palabras textuales de sus participantes al gobierno provisional de Honduras.

Si bien es cierto, debemos condenar el golpe de estado en Honduras, debemos condenar los dos golpes de estado que se escenificaron, para que efectivamente no se cree un precedente que sirva de base a nuevas intentonas en otros países del continente. Pero tampoco podemos llegar al extremo, de en virtud de condenar e intentar restituir al ex Presidente Zelaya se ahogue a un pueblo, si lo que se quiere es acabar con un gobierno. Veo con asombro cómo se aísla del ambiente internacional a Honduras entera, incluyendo a su sociedad que nada tiene que ver con la situación planteada.

Ojala la comunidad internacional y en especial estos países fueran tan diligentes en condenar gobiernos como el iraní o el norcoreano. Se comportan de igual o de peor forma a como lo hacen los gobiernos a los cuales critican. Llaman a bloquear fronteras, a suspender el intercambio comercial con el país centroamericano, en un acto criminal, que afecta más al pueblo que al nuevo gobierno. El radicalismo y el fanatismo de estos seres los hace actuar visceralmente, diciendo cuanta barbaridad les viene a la mente, mientras el árbitro en vez de moderarlos, los apoya e incita sus conductas.

Triste es el panorama, un Presidente que hace menos de un mes abogaba por la inclusión de Cuba, una cruenta dictadura comunista, en esta organización, apoyado por la mayoría del continente e impulsados por el Secretario General, a pesar de las contundentes declaraciones de la isla de no querer formar parte de la citada agrupación regional de países. En esa misma ocasión califico textualmente de “babosada” a la Carta Democrática Interamericana y como ejemplo de su doble moral e hipocresía, llama hoy contradictoriamente a su aplicación.

La situación es grave y va en franco deterioro, el nuevo gobierno de Honduras, no creo en lo personal aguante por mucho tiempo tanta presión. Su caída será cuestión de tiempo. Se repetirá la llegada triunfal del Presidente Zelaya, quien quedara como un héroe valiente y atrevido que desafió a esos oscuros intereses capitalistas e imperialistas.

Dios quiera esto no suceda, Dios quiera que la locura desenfrenada de estos seres no desencadene en una situación lamentable. Sin embargo, no soy optimista, la conspiración pulula por toda América en contra del gobierno de Micheletti, encabezada por un verdadero gorila, que actúa, pero no piensa y que está jugando a la violencia, al caos y a la muerte como termina diciendo su slogan de gobierno. La presencia de agitadores venezolanos, la campaña de provocación a los seguidores del depuesto Zelaya y el apoyo financiero que estos han venido recibiendo, conforman el caldo de cultivo perfecto para la hecatombe.

Finalmente, como comento hace algunos momentos, quiero que sepan, los que hoy se prestan a esta comparsa diabólica, que serán los culpables de lo que pueda pasar en Honduras, que serán los culpables, como lo es Chávez de la actual coyuntura, de la vida de los ciudadanos hondureños, que serán los culpables de la destrucción de Honduras.

Tanto los Presidentes de la barbarie, como las instituciones que los apoyan y siguen el juego deberán rendir cuentas a la historia, un error no se soluciona con otro error y mucho menos si este es mucha mayor.


Francisco Javier Touceiro Rodríguez.
C.I. V-17758887

No hay comentarios:

Publicar un comentario