Ante la situación actual del país, muchos se preguntan ¿Qué hacer? ¿Cuál es el camino a seguir?, una pregunta que se repite a lo largo y ancho del país, todos esperan una guía para actuar, una estrategia a seguir.
En lo particular tengo mi respuesta clara y acerca de eso versará este artículo, que humildemente redacto el día de hoy, a 8 años por cierto, de los terribles atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos.
Bien, prosiguiendo con lo que les comente anteriormente, ¿Qué hacer?, lo fundamental es protestar, mantener la protesta activa y en la calle ante los atropellos del gobierno nacional, no retroceder, no ceder espacios, no caer ante las presiones del gobierno. El camino a seguir es la lucha pacífica y cívica, una lucha por la defensa de nuestros derechos constitucionales, civiles y políticos, una lucha por la libertad.
Una lucha que debe ser coherente y organizada, hoy leía una cita del escritor francés Denis Diderot: “No basta con hacer el bien: hay que hacerlo bien”, más apropiada imposible, para la situación actual, en donde cada quien lucha por su lado sin coordinación, ni unión. Cuando se meten con los buhoneros, salen los buhoneros, cuando agreden a damnificados, solo salen los damnificados, cuando persiguen periodistas, solo salen periodistas y un escueto grupo de la sociedad civil y así podemos seguir dando ejemplos. Estos reflejan la división de los venezolanos, cada quien defiende lo suyo, pero si al de al lado, le pasa algo, que vea como resuelve.
Ante este panorama es necesaria, la verdadera unidad, todos luchando por una misma causa, un país donde quepan todos, un país inclusivo, un país libre. Para ello es fundamental que las ansias de protagonismo y los intereses personales, sean sacrificados por el bienestar colectivo, es imperante, el esfuerzo mancomunado en pro de recuperar la libertad y el respeto a los derechos humanos y políticos de todos y cada uno de los venezolanos.
En este sentido y como he escrito anteriormente, es necesaria la alianza entre todos los sectores del país: partidos políticos, ong´s, gremios, estudiantes y sociedad civil en general. Un consenso de país que no es fácil de lograr, en una sociedad que es de pensamiento plural, pero cuya prioridad debe ser Venezuela y de allí, teniendo claro que la prioridad es el país, es mucho más fácil el aglutinamiento de seguidores y el fortalecimiento de la unidad.
Esa es la vía que creo adecuada en la actual coyuntura que vivimos. Sin embargo, existen otras alternativas y otras estrategias que se han planteado y que se manejan en la opinión pública, las elecciones a la Asamblea Nacional, aquí me detendré un buen rato a esgrimir mis objeciones a esta vía y mi falta de optimismo ante la misma.
En primer lugar, hace escasas semanas se aprobó la Ley Orgánica de Procesos Electorales, que trae dos perlitas fundamentales: la primera, la sobrerrepresentación de las mayorías, con que se come eso, la agrupación política que gane las elecciones, supongamos que hipotéticamente el partido político A saca 50.01%de los votos obtendría el 85% de los curules, es decir en nuestra Asamblea Nacional de 167 escaños, obtendrían 142 diputados, en lo que representa una mayoría abrumadora y aplastante, muy similar a la existente en la actualidad; la segunda es la potestad que tiene el CNE, de modificar arbitrariamente a su criterio la conformación de los circuitos electorales, situación extremadamente grave, a través de la cual, se pueden combinar parroquias y/o municipios a fin de conquistar espacios que en la actualidad les son ajenos.
Adicionalmente, quien hemos trabajado en procesos electorales o estudiado el sistema electoral en Venezuela, sabemos y no es cosa nueva, las irregularidades y vicios de los cuales goza el mismo, una situación de vieja data, tradición heredada de la cuarta, repotenciada y modernizada en la quinta, si es que existe diferencia entre ambas.
Desde el Registro Electoral Permanente, con severos vicios e irregularidades, producto de las cedulación desenfrenada y descontrolada de ciudadanos, que permite la multiplicidad de identidades, así como la agrupación de miles de electores en una misma dirección, entre otras irregularidades menores, pero que en conclusión, generan una gran cantidad de “dudas razonables”, acerca de la idoneidad de ese padrón electoral.
Luego vamos al tema de la campaña electoral, que como es costumbre, es una salvajada en este país, los gastos en publicidad electoral son descomunales, más allá de esto y lo más grave aún, es la desproporción de la misma, la maquinaria oficialista, forra de publicidad las principales ciudades del país, usa ilegalmente los organismos e instituciones públicas con fines electorales, funcionarios públicos igualmente hacen proselitismo político pese a la prohibición legal que se los impide, mientras tanto el árbitro si es que se puede llamar así, se contagia con el nombre de la esquina en donde se ubica y pajarea durante toda la campaña, haciéndose la vista gorda, ante las irregularidades que normalmente suceden en las mismas.
Pasamos a las garantías del proceso electoral, auditorías antes, durante y después del proceso electoral, irregularidades que se repiten en cada proceso, extralimitación de funciones del plan república, propaganda política en los centros el día de la votación, intimidación en centros electorales por grupos oficialistas y un cuasi infinito etcétera, a los que el CNE nunca responde.
A todo aquel caldo de terror, en el que cocinan el guiso legislativo, debemos sumar, las actuaciones que seguramente emprenderá el funcionario más fantasmagórico de la actual administración, un señor que solo aparece para inhabilitar políticamente a ciudadanos, casualmente, en su abrumadora mayoría pertenecientes a la oposición política.
Luego de todo esto, que en un país decente no debería preocuparnos, o por lo menos no tanto, viene el tema de las candidaturas, algo bastante álgido y en donde a los partidos les falta mucho por madurar. Es estrictamente necesaria la presentación de candidatos únicos, que recojan el sentimiento de unidad nacional, no que sean el fruto de peleas internas de los partidos o entre los partidos o que surjan por imposición. Deben ser candidatos únicos en el sentido que exprese anteriormente en este artículo. Lo de tarjeta única o alianza perfecta, se lo dejo a los partidos a su libre criterio y decisión.
A pesar de todo lo expuesto anteriormente, no rechazó la vía electoral, dirán que soy tonto o que me volví loco. Sin embargo, no es así. Si decidimos, todos, ir a las elecciones el primero que estaré allí soy yo, pero eso sí, vamos y vamos con todo y con todos. Si en definitiva queremos ir a las elecciones, debemos ponernos a trabajar desde ya en ese tema, comenzando por exigir al Consejo Nacional Electoral, que cumpla con su trabajo de ente rector de los procesos electorales y que mantenga la imparcialidad, como es su obligación, que funja en definitiva como lo que es, un árbitro.
Trabajar duro y con todo en pro de esa meta, que debe ser ganar las elecciones, a la par de las exigencias institucionales que deben tener continuidad y seguimiento constante, se debe realizar un trabajo de hormiguita, a lo largo y ancho del país, recorriendo y pateando barrios y calles, organizando la defensa del voto, informando a la gente de la propuesta de país alternativa, llevando propuestas a las comunidades y oyendo sus necesidades y sugerencias, educando acerca de la importancia del voto como vía de expresión popular y por consiguiente fomentando la participación masiva de la población en esas elecciones.
La meta debe ser contraponer un proyecto distinto al actual, recuperando espacios y difundiendo el mensaje del cambio, cuerpo a cuerpo en contacto directo con la ciudadanía. Palpando el sufrimiento, las necesidades y carencias de la población. Expresar de manera franca, sincera y llana, el mensaje de que un país distinto es posible, ni la cuarta, ni la quinta, un nuevo país, basado en nuevos principios, fundado en nuevos ideales, donde disentir no sea un delito, donde el respeto a la Constitución no sea un sueño, donde la voluntad popular se respete, donde todos seamos iguales.
Ese es el mensaje y esa es la estrategia a seguir. Y ojo, como se puede observar, mi visión del camino y la ruta a seguir, es distinta a la electoral, en cuanto a que no es la prioridad, pero ambas vías pueden ir de la mano y conseguir el objetivo que es la reedificación de un país que en la actualidad se encuentra en ruinas y que día a día, van desvalijando sin pudor. La protesta coherente, continua y organizada, es necesaria para hacer presión sobre el gobierno y arrinconar sus pretensiones autoritarias, minando el camino a nuevas escaladas. Sin embargo, son importantes esas tres palabras, coherencia, continuidad y organización, sino caemos en la protesta aislada y circunstancial de siempre, que lo que hace es crear frustración y cuyos dividendos son nulos.
Repito la frase que cite anteriormente, “No basta con hacer el bien: hay que hacerlo bien” Denis Diderot.
Francisco Javier Touceiro Rodríguez.
C.I. V-17758887
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